Salir de fiesta y chicas guapas. Risas con los amigos y unas copas de Brugal. Hacer deporte y ganar. Viajar y conocer gente. Playita y buen tiempo. Una buena comida y no pagar. Hay muchas cosas que me gustan por si solas, y que me encantan cuando vienen unidas. Ayer le tocó el turno a la pareja “Fútbol y Roma”.
Partido de Champions, A.S. Roma contra Bayern Munich, Estadio Olímpico de Roma, 20:45 (la hora de los campeones). La Curva Sud a reventar. Todos los tifosi cantando el himno a todo pulmón, me incluyo en este apartado, ROMA, ROMA, ROMA!!!!! Frase preciosa que también se puede aplicar a España: “Bella Roma, te he pintado yo, amarilla como el sol, roja como mi corazón”. Saltan los equipos al terreno de juego y suena la cancioncita de la Champions, me vienen gratos recuerdos de noches de gloria en el Bernabeu. ¡Comienza el partido!
Los alemanes a verlas venir, los italianos necesitados de victoria. Desde el primer minuto se veía que no iba a ser el típico partido italogermano, mucho caos en el medio del campo, jugadas muy rápidas, mucho descontrol y poco orden. Tras dos despistes defensivos que son aprovechados por el Bayern, las cosas se ponen mal para los locales, que pierden 0 – 2 en el 36 y se marchan cabizbajos al descanso. No estaban realizando su mejor partido, pero el castigo estaba siendo excesivo, y los octavos de final se estaban complicando. Las cosas tenían que cambiar en el segundo tiempo…
¡Y vaya si cambiaron! Gol a los 5 minutos. La gente se vuelve loca, la gente sabe que todavía queda tiempo y anima aún con más ganas. El fondo sur es un hervidero en cada jugada cercana al área. El equipo y la grada están apretando, confiados en que la remontada es posible. Los minutos pasan y las ocasiones (algunas increíbles) se suceden sin éxito. El entrenador ha decidido poner todas sus cartas en la mesa, va a hacer un cambio muy ofensivo para poner toda su artillería en el terreno de juego e ir a por el partido. Es un momento mágico, el “10” , el capitán, el gran Francesco Totti sale al campo. La grada le recibe entre aplausos; incluso tienen una canción especial para él. Le encanta sentirse importante, le da el toque de frescura que necesitaba el equipo a esas alturas de partido; dos pases geniales, un par de órdenes a sus compañeros, algunos gritos de ánimo. Grande Capitano.
Quedan 10 minutos para el final. Aún pierden 1 – 2 y la desesperación empieza a aflorar poco a poco. Pero esto es Italia, el país de la épica. Minuto 82, triangulación casi perfecta, centro al área, no llega el delantero al primer palo, ni el portero la logra atrapar, ni el defensa consigue despejar, aparece una sombra y empuja el balón en el segundo palo. ¡Empate! Cuenta atrás para el último empujón. Los jugadores van corriendo a coger la pelota de las redes, quieren más. Sólo 2 minutos después Totti saca un pase en profundidad de su chistera, el portero llega tarde y el delantero cae… El arbitro mira al juez de línea, mira al juez de área, toma aliento y pita penalti. Nadie lo duda, el capitán se va a encargar de terminar de obrar el milagro, instantes como este son exclusivos de los grandes futbolistas, no es fácil soportar la tensión irradiada por miles de aficionados deseosos de celebrar el gol de la victoria en el minuto 88. Con caminar chulesco pone el balón en el punto de penalti, mira al portero con indiferencia y se dispone a lanzar con suficiencia. Así es Totti. Suena el silbato, carrera hacia el balón, golpeo seco, toca el portero y ¡¡¡GOOOOOOOOOOL!!! Terremoto gialorosso en la grada. Abrazos y gritos de alegría. ¡Locura total! Nervios y pérdidas de tiempo hasta el final del partido. Y ovación más que merecida para los jugadores. La remontada siempre es posible. Como guinda, el himno escrito por Antonello Venditti, GRAZIE ROMA!!!