miércoles, 20 de octubre de 2010

EL MAGO DE LA LUZ

El domingo me levanté tarde y con resaca, no se deben perder las buenas costumbres. Después de cocinarme un plato de penne all’arrabbiata y una duchita para sacar al zombi que llevaba dentro, me puse en marcha para realizar una agradable tarde turismo.

Llegué en autobús hasta el Ponte Sant’Angelo, desenfundé mi cámara de fotos y empecé a hacerles fotos a todas las estatuas (cada una de ellas tiene en sus manos algún símbolo de la Pasión de Jesús) y acercándome hacia el Castel Sant’Angelo, me recordé que el Papa Clemente VII fue retenido en su interior durante el “Sacco di Roma” de 1527, una de las muchas historias de este monumento de casi dos mil años.


Tras la obligatoria foto en la Piazza Pia, con la Via della Conziliazione y la majestuosa cúpula de San Pedro de fondo. Me fui caminando hasta la Piazza Navona, al pasar por delante de “Il Baffetto”, la pizzería estrella de Roma en pizzas típicas locales y baratas, me escribí una nota mental… “hacer un Tip-off de los mejores sitios para comer bien y barato”.

Ya en la plaza, después de pasar por delante de la Fontana del Neptuno, rodeándola hasta situarme de tal manera que da la sensación que el dios del mar está clavándole el arpón a una de las ninfas, en vez de al pulpo (me gusta creer que aquí en Roma nada es casual, a saber con quien estaba peleado el escultor…); me quedé un rato observando la Fontana dei Quatro Fiumi y la Chiesa di Sant’Agnese in Agone, pero ya os hablaré otro día sobre las leyendas que se cuentan acerca de la enemistad entre Bernini y Borromini…


Para terminar el recorrido, me dirigí hacia el Panteón y, obviamente, tenía que hacer un alto en el camino para ver una de mis obras pictóricas favoritas (al nivel de “La balsa de Medusa” de Géricault, “El juicio final” de Miguel Ángel, o “El jardín de las delicias” de El Bosco), así pues, a medio camino entre dos de las maravillas de Roma, los franceses tienen “escondido” un tesoro, en San Luigi dei Francesi, en una pequeña capilla (la más cercana al altar a mano izquierda), con la obligación de rascarse un poco el bolsillo y pagar 50 céntimos para iluminarla, Caravaggio realizó dos preciosos cuadros y una obra maestra (por desgracia, quizás deba decir por fortuna, no todos los turistas la conocen) que sorprende al espectador por mucho que la visite, admito que nunca he estado menos de quince minutos observando, anonadado, la capacidad de Caravoggio para captar la luz y jugar con las sombras, “La vocación de San Mateo” tiene millones de detalles a destacar y analizar, pero eso se lo dejo a los guías y a las enciclopedias, yo sólo quería deciros donde esta y lo mucho que me gusta, para que penséis en mi cuando lo contempléis. Sin duda, visita obligada la próxima vez que vengáis a la ciudad eterna, prometo invitar a un gelato a aquél que me escriba diciéndome que le ha decepcionado.


Para coger el autobús de vuelta a casa, tenía que dirigirme hacia Lago di Torre Argentina, al pasar por delante del elefante, que porta un obelisco, de Piazza della Minerva, más conocido como “el Elefantino”, no me pude resistir a sacarle un par de fotos, era una preciosa imagen al anochecer, iluminado por luces en el suelo y creando una atmósfera de fantasía, es uno de esos puntos, tan abundantes por aquí, en los que el paganismo se entremezcla y sobrevive a la religión, se supone que el elefante simboliza la fortaleza mental base del conocimiento, y la propia iglesia de la plaza se construyó sobre un antiguo templo de Minerva, de ahí su nombre, Chiesa di Santa Maria sopra Minerva, se exprimían mucho los sesos para ponerle nombre a las iglesias… Aunque también es razonable que la originalidad se acabase pronto cuando existen 900 iglesias a las que nombrar a lo largo de la ciudad…


Ya sentado en el autobús, revisando las fotos, sonreí una vez más, para un loco por el arte y su historia como yo, una tarde así es algo único, hay personas que no ven en toda su vida tantas maravillas como las que yo había visto en unas pocas horas. Cierto es, que hablaré de las fiestas y otros menesteres más adelante, que me lo estoy pasando en grande disfrutando de la noche romana es algo que se me presupone, pero en cualquier lugar hubiera salido de fiesta y conocido a tanta gente como la que estoy conociendo aquí. Y sólo Roma puede ofrecer experiencias como la que os he relatado hoy.


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