jueves, 25 de noviembre de 2010

GRAZIE ROMA!!!

Salir de fiesta y chicas guapas. Risas con los amigos y unas copas de Brugal. Hacer deporte y ganar. Viajar y conocer gente. Playita y buen tiempo. Una buena comida y no pagar. Hay muchas cosas que me gustan por si solas, y que me encantan cuando vienen unidas. Ayer le tocó el turno a la pareja “Fútbol y Roma”.

Partido de Champions, A.S. Roma contra Bayern Munich, Estadio Olímpico de Roma, 20:45 (la hora de los campeones). La Curva Sud a reventar. Todos los tifosi cantando el himno a todo pulmón, me incluyo en este apartado, ROMA, ROMA, ROMA!!!!!  Frase preciosa que también se puede aplicar a España: “Bella Roma, te he pintado yo, amarilla como el sol, roja como mi corazón”. Saltan los equipos al terreno de juego y suena la cancioncita de la Champions, me vienen gratos recuerdos de noches de gloria en el Bernabeu. ¡Comienza el partido!

Los alemanes a verlas venir, los italianos necesitados de victoria. Desde el primer minuto se veía que no iba a ser el típico partido italogermano, mucho caos en el medio del campo, jugadas muy rápidas, mucho descontrol y poco orden. Tras dos despistes defensivos que son aprovechados por el Bayern, las cosas se ponen mal para los locales, que pierden 0 – 2 en el 36 y se marchan cabizbajos al descanso. No estaban realizando su mejor partido, pero el castigo estaba siendo excesivo, y los octavos de final se estaban complicando. Las cosas tenían que cambiar en el segundo tiempo…

¡Y vaya si cambiaron! Gol a los 5 minutos. La gente se vuelve loca, la gente sabe que todavía queda tiempo y anima aún con más ganas. El fondo sur es un hervidero en cada jugada cercana al área. El equipo y la grada están apretando, confiados en que la remontada es posible. Los minutos pasan y las ocasiones (algunas increíbles) se suceden sin éxito. El entrenador ha decidido poner todas sus cartas en la mesa, va a hacer un cambio muy ofensivo para poner toda su artillería en el terreno de juego e ir a por el partido. Es un momento mágico, el “10”, el capitán, el gran Francesco Totti sale al campo. La grada le recibe entre aplausos; incluso tienen una canción especial para él. Le encanta sentirse importante, le da el toque de frescura que necesitaba el equipo a esas alturas de partido; dos pases geniales, un par de órdenes a sus compañeros, algunos gritos de ánimo. Grande Capitano.

Quedan 10 minutos para el final. Aún pierden 1 – 2 y la desesperación empieza a aflorar poco a poco. Pero esto es Italia, el país de la épica. Minuto 82, triangulación casi perfecta, centro al área, no llega el delantero al primer palo, ni el portero la logra atrapar, ni el defensa consigue despejar, aparece una sombra y empuja el balón en el segundo palo. ¡Empate! Cuenta atrás para el último empujón. Los jugadores van corriendo a coger la pelota de las redes, quieren más. Sólo 2 minutos después Totti saca un pase en profundidad de su chistera, el portero llega tarde y el delantero cae… El arbitro mira al juez de línea, mira al juez de área, toma aliento y pita penalti. Nadie lo duda, el capitán se va a encargar de terminar de obrar el milagro, instantes como este son exclusivos de los grandes futbolistas, no es fácil soportar la tensión irradiada por miles de aficionados deseosos de celebrar el gol de la victoria en el minuto 88. Con caminar chulesco pone el balón en el punto de penalti, mira al portero con indiferencia y se dispone a lanzar con suficiencia. Así es Totti. Suena el silbato, carrera hacia el balón, golpeo seco, toca el portero y ¡¡¡GOOOOOOOOOOL!!!  Terremoto gialorosso en la grada. Abrazos y gritos de alegría. ¡Locura total! Nervios y pérdidas de tiempo hasta el final del partido. Y ovación más que merecida para los jugadores. La remontada siempre es posible. Como guinda, el himno escrito por Antonello Venditti, GRAZIE ROMA!!!



jueves, 18 de noviembre de 2010

City Tip-off 3: La Ventana de Trevi

A mi me gusta llegar a la Fontana di Trevi desde Via delle Muratte, ir callejeando tranquilamente, como si nada, y de repente…zas!!!  ¿Pero qué es esto? Su belleza es innegable, pero lo que más llama la atención son sus dimensiones en relación con su ubicación, es una fuente enorme para una plaza tan pequeñita, arquitectónicamente hablando, o en términos urbanísticos, no tiene mucha lógica ni razón de ser. Eso si, es sorprendente y preciosa.

Una vez vista desde todos los ángulos, con los codos desgastados de tanto pelear con la inmensa cantidad de gente que se apiña en la minúscula placita; después de seguir los pasos del perfecto turista como obedientes borreguillos, lanzando la moneda a la fuente para volver a Roma algún día y/o encontrar el verdadero amor (se recaudan más de 2 millones de euros al año ¡Ahí es nada! Que son donados a Caritas para obras de beneficencia); tras contemplar la escultura principal de Neptuno y hacerse la foto de rigor (en la que es prácticamente imposible evitar la presencia de algún espontáneo despistado); y tras comprar alguna postal-estatua-recuerdo del lugar.

Cuando hayamos realizado todos los actos obligatorios de turisteo, para poner la guinda y quedar como unos verdaderos guías profesionales, hay que centrar la atención en la ventana situada en la parte superior derecha (no el ventanuco de arriba del todo, sino la ventana de arriba de las dos que hay), pues bien, si se mira con detenimiento, ¡NO ES UNA VENTANA! Está tapiada y pintada como si fuese una ventana, pero no lo es (recomiendo observar las reacciones de sorpresa de la gente mientras les cuentas todo esto, jijiji). La leyenda dice que el arquitecto que diseñó la fuente, soñó que su hijo moría cayéndose por esa ventana, por lo que ordenó tapar el vano y disimularlo como si fuese otra ventana normal, para no menoscabar la belleza del monumento. ¡Enhorabuena! ¡Te acabas de ganar la admiración de tus compis de viaje!

sábado, 6 de noviembre de 2010

GOL DE DEL PIERO EN SAN SIRO

Para iniciar lo que espero sea un año lleno de viajes a lugares fantásticos, decidí empezar dando un pequeño salto al norte, pero sin salir de país; no hay ciudad como Roma en el Mundo mundial, pero debo admitir que Milán también tiene su encanto.

Las diferencias en Italia son muy evidentes, te das cuenta de ello nada más llegar a cada ciudad. El Norte rico y gris, el Sur pobre y azzurro, entre medias está Roma, la cual aún no soy capaz de encuadrar con exactitud.

En la capital económica del país, el ambiente es más oscuro y frío, no es un museo al aire libre y sus gentes tienen la malsana costumbre de mirarte por encima del hombro.  Pero es innegable que se respira un ambiente “affascinante”. Una marea de gente recorre algunas de las calles más caras y elitistas de mundo, el Duomo señorial acompañado por la majestuosa Galería de Vittorio Emanule y la elegante Scala, multitud de chicas para quitar el hipo y cochazos para babear como un niño. Probablemente no sea equivocado decir que Milán es la cuna mundial del estilo.

Como no puede ser de otra forma, mi viaje se realizó en método “Acople Total”, el pobre Alex fue el principal sufridor en ésta ocasión, a cambio le nombro en el Blog, un intercambio más que justo por soportarme 4 días.

El ambiente en Milán, como toda la ciudad, es muy “fighetto”, que aparte de otros significados, viene a querer decir “in” o “pijo”, la idea del italiano del norte que todos tenemos en la cabeza es lo que viene siendo la fauna habitual en las discotecas, que por cierto, en su mayoría, cierran a las 3 am… Lo se, frase típica española: “¡Pero si a esa hora a veces ni he terminado el botellón!” Pequeño obstáculo, pero salvable empezando a beber a las 7 pm, es pronto, un madrugón etílico en toda regla, pero luego tienes 12 horas de fiesta (obviamente, un español fiestero medio que se precie no llega a casa antes de esa hora ¡jamás! Da igual la hora de inicio, la fiesta se termina, como pronto, al amanecer).

El Sábado tocó partido, ¡¡PARTIDAZO!! ¡Milán – Juventus! El Clásico de Italia. Un partido siempre caliente y con mucha rivalidad. Cuando fui a comprar la entrada hace un par de semanas me temía sablazo, pero es un partido y una vez en la vida, así que me despedí de mi billete verde de cien euritos… Al recibir el cambio creí que se había equivocado, y le repito al cajero que quiero una entrada para el mejor partido que se puede ver en Italia, no para ir al cine, me sonríe y me voy con las vueltas y la entrada, hago cuentas… ¡¡16 euros!! Se me cayó una lagrimita.

Ya en el estadio el ambiente era increíble, 45 minutos antes de empezar estaba lleno hasta la bandera. Gente saltando para coger mejor sitio, la música sonando a todo volumen, cánticos de la hinchada del Milán, algunas voces de los de la Juve, banderas enormes ondeadas sin cesar, alineaciones coreadas a pleno pulmón, el himno cantado con alegría contagiosa y estúpidos ultras insultando y encendiendo bengalas, muchas bengalas, demasiadas bengalas (tienen un problema crónico con la violencia en los estadios y no son capaces de solucionarlo, algún día pasará algo grave y entonces llorarán como sólo los italianos saben hacer… La estupidez y la incompetencia me enfadan y me ponen triste. ¡Una pena!).

Empieza el partido… ritmo loco, equipos en bajo momento de forma, mucha tensión, dominio del Milán, gol de la Juve (obviamente pensé). Bastante gente a mi alrededor celebrando el gol, que raro…  Segunda parte, más de lo mismo, juego algo más trabado y los bianconeri perdiendo tiempo descaradamente, contra ataque y gol del 10, el Raúl italiano, Alessandro Del Piero. Me hundo en el asiento y compruebo, alucinado, que casi la mitad del estadio está festejando el gol, mientras que los pobres que visten rossonero no saben donde meterse, creía que esto era San Siro y que el que jugaba como local era el equipo milanista, ¡Italia es un país que no para de sorprenderme! ¿Alguien se imagina a la mitad del Bernabeu celebrando un 0 - 2 del Barça? Faltando cinco minutos metió gol Ibra, y le dio ese toque de emoción final que nunca le falta a un partido en el que juegue un equipo italiano. Al final, 1 - 2 para los visitantes, la Juve se llevaba los tres puntos de San Siro.

En el norte es más habitual “hacer el aperitivo”, se trata de una especie de bufe libre, en el que pagas alrededor de 10 eurillos por un vaso de lo que te apetezca beber y comes todo lo que quieras, es genial para hacer una merienda-cena y empalmar directamente con los primeros cocktails, así que el Domingo quedamos a las 8 pm y nos fuimos a uno de los múltiples sitios en los que se ofrecían aperitivos (casi cualquier sitio los oferta, lo que pasa es que la calidad es muy diversa, y los precios no tanto, así que los sitios guays están a reventar y se tiene que esperar un rato).

Al igual que a la ida escogí el “Freccia Rosa”, el tren de alta velocidad italiano (único tren decente de toda Italia) que tardó tres horas en llegar a Milán y fui como un señor. A la vuelta, para ahorrar dinero y aprovechar a tope el puente, me volví en el tren de literas nocturno, es una de esas experiencias que uno vive en éste país, ¡¡y que NO recomiendo a nadie!! Casi tienes que asomarte a la ventana para cerciorarte que no estás en algún país tercermundista. Algo más de 1 hora de retraso para salir, ruido y traqueteo constante e insoportable, y un calor sofocante provocado por meter a 3 personas en el camarote de los hermanos Marx. Y de Termini directamente a la Oficina sin pasar por la casilla salida. ¡No ha estado mal como primer viaje de la era becario! Próximo destino…