Existen lugares maravillosos y momentos inolvidables, pero cuando se tiene la suerte de estar presente donde y cuando la vida une estos dos elementos, el resultado se queda guardado para siempre en la memoria.
Ayer, 6 de Octubre de 2010, en Roma, fue un día "INDIMENTICABILE", por mucho que me esfuerce, no voy a ser capaz de compartir con vosotros la atmósfera que respiraba la ciudad eterna, aún así me voy a esforzar al máximo, para permitiros imaginarlo y disfrutar con todo lo que me pasó ayer.
Para comenzar bien el relato, empezaré diciendo que tenía el día libre para poder hacer papeleos burocráticos (tan famosos en Italia como sus pizzas). Me desperté tranquilamente al mediodía, las prisas no son buenas, abrí la persiana, y tras breves segundos de ceguera, no me quedó más remedio que devolverle la sonrisa al sol, allí estaba, en todo lo alto, imponente y solitario, sin ninguna nube que le robase protagonismo, regalaba a la ciudad una luz y un calor, tan agradables como las increíbles vistas de un cielo totalmente "azurro". Ya no tenía escapatoria, el buen humor se había apoderado de mí. Me duché mientras cantaba a viva voz "Azzurro", de Adriano Celentano y "O sole mio", siempre la versión de Pavarotti con Brian Adams. ¡O sole mio! ¡O sole mio!
Che bel giorno a Roma!!!
Salí de casa canturreando y esperé 30 min al autobús, más 45 min en recorrerme la ciudad por culpa del tráfico romano, pero en días como ayer, incluso estas cosas tienen su encanto. Ver las maniobras, arriesgadas, por poner un adjetivo delicado, de los coches, y sobretodo de las motos, mientras que el autobús de 12 metros se va abriendo paso a través de todo el Lungotevere, es un caos impactante y muy difícil de igualar. Mi destino era ver un piso (un estudio para ser más precisos) en Testaccio, lejos del trabajo, pero cerca de la fiesta. La dueña de la casa es un encanto y el estudio es muy cuco, tiene muchas posibilidades de ser mi futura casa... Ya colgaré fotos si al final lo alquilo.
Caminando un rato por el barrio y maravillándome al comprobar el increíble ambiente que tiene la zona un día entre semana al mediodía, la Piazza di Santa Maria in Trastevere estaba llena de turistas comiendo en los restaurantes y descansando alrededor de la fuente, y algunos vecinos del barrio paseaban ajenos a los turistas o se bebían un cappuccino en algún bar más tranquilo. Tras el paseíto, me fui a visitar otro piso, en la Via della Scala, una de las calles más animadas de la ciudad, en el centro de todo el jaleo (sería como vivir en el corazón de La Latina o Las Ramblas, para mis compatriotas, o para los más internacionales Montmartre, Soho o Warschauer Straße), un piso viejo, pero con mucho encanto. Salí con aún más dudas porque todos los pisos que estaba viendo estaban resultando ser increíbles. Con la emoción me había entrado hambre, quizás también porque eran las 16:20, convencí a una camarera muy guapa en un barecillo súper romano para que me diera el menu del día, y disfruté de otra de las fantásticas cosas italianas, su cocina; brocheta de tomate con basílico, lasaña, saltimbocca con ensalada y panacota con chocolate, por tan sólo 10 €, mi cara de satisfacción al salir del restaurante, no tiene precio (tengo la tarjeta del sitio, estoy recolectando tarjetas de sitios guays para irlos comentando a lo largo del año por aquí o por si alguien quiere que le indique sitios buenos y baratos).
Che bel giorna a Roma!!!
Una vez que auto-aborté en mi cabeza la idea del baño, pensé un poco que podría hacer para ponerle un broche final a la jornada, ¡siempre con la obligación de estar a la altura de igualar lo acontecido en las horas precedentes! Mientras meditaba, me vino un agradable perfume, que me condujo a la solución a mi problema... ¡¡VOY A COMPRAR UN GIRASOL!!
Che bel giorno a Roma!!!
Llegue a casa, puse mi estupendo nuevo girasol mirando hacia el oeste para despedirse del astro rey, que había cumplido más que de sobra por un día, eran casi las 7, y me acordé del gran Sabina... peor para el sol, hoy he contado lo mucho que me ha ayudado a pasar un "bel giorno a Roma", pero mañana le levantaré la falda a la Luna sin su compañía.
Wapo!
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