miércoles, 9 de febrero de 2011

FIN DE AÑO EN CONSTANTINOPLA

Como hizo Constantino I “el Grande”, decidí expandir el imperio a las bellas tierras bañadas por el río Bósforo. El acontecimiento que inspiraba mi viaje era el cambio de año y la reunión con otros exploradores de mi especie, que se encuentran actualmente repartidos allende de la amada patria. 

El hecho de haberla visitado pocos meses atrás, no me supuso un obstáculo a la hora de disfrutar a tope de ésta maravillosa ciudad otra vez. Estambul es una mezcla de culturas, favorecida por ser un enclave único, a caballo entre dos continentes, ha sido capital imperial y preciado tesoro de diversos gobiernos a lo largo de la historia, y no es casualidad que sea uno de las casillas más importantes cuando se juega una partidita de Risk…

La mezcla de fiesta y cultura durante el viaje fue perfecta. Por una parte, arte y turismo: Volver a visitar las mezquitas y bazares, visitar la parte asiática de la ciudad para beber té turco y fumar shisha mientras los lugareños se pasaban horas jugando al backgammon. Y durante la noche: Probar unas cuantas birras turcas (en pro de realizar un estudio de mercado en profundidad) y mostrarles a los recepcionistas del albergue la hora a la que un español debe volver después de una velada de parranda.

La fiesta de fin de año fue una locura y totalmente diferente a todos los años anteriores. Llegamos a las 8 pm al local (dos pisos con diferente música, beerpong adictivo y escenario). Empezamos a ritmo de cerveza durante un par de horas, cambiando a vodka local (había que pagar suplemento por bebidas extranjeras) antes de medianoche. La llegada del nuevo año (al horario turco) fue una cuenta atrás en una pantalla gigante, seguida por el inicio de un concierto en directo. Una hora más tarde, mientras sonaban las campanadas en la Puerta del Sol, nos reunimos todos los españoles para tomarnos las obligadas 12 uvas y no perder las buenas costumbres ibéricas (las cuales tampoco perdimos al ser los últimos en abandonar la fiesta a las 4 de la mañana). Como era demasiado pronto, aunque llevábamos 8 horas de fiesta, nos fuimos a tomar el primer kebab post-party del 2011 y de vuelta a casa camindando por la “animada” Istikal (calle llena de borrachos fiesteros, policía y personajes varios, celebrando el nuevo año). Como primera anécdota del año comentar que el albergue estaba lleno, ¡¡así que me tocó dormir en el sofá de la recepción la primera noche del año!! 

Ya de vuelta a la sede imperial, el año sigue tan a tope como empezó, pero eso tendrá que esperar a la próxima entrada (que llegará pronto), de momento, me quedo con esa grata sensación que tuve al comprobar lo bien que se lo está pasando toda la muchachada por el mundo mundial. 

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