lunes, 3 de enero de 2011

LOCURA INDIA

  
La India es un país pobre, muy pobre; infectado hasta sus más profundas entrañas de unas diferencias sociales inimaginables en los que llamamos países desarrollados. Hay muchas formas de describir las sensaciones que uno tiene con tan sólo permanecer unas escasas horas allí. A mi no paraba de venirme a la mente la palabra LOCURA. El caos se apropia del país y de sus gentes. Todo visitante ha sido previamente advertido, y todos advierten a los futuros aventureros, pero el shock que se sufre es inevitable e indescriptible. Un viaje a la India es algo que, al menos, te hace reflexionar sobre ciertas cosas.

No voy a ser yo otra de esas personas que os den un sermón, simplemente os aconsejaré fervientemente que algún día a lo largo de vuestra vida os deis un salto y paséis algunos días por allá…

Tras este inicio algo filosófico, comentar que el viaje fue una experiencia única y fantástica. En primer lugar, agradecer a los que fueron mis anfitriones y gurus durante aquellos 10 días, ¡da gusto comprobar los buenos amigos que tengo!  Gracias por las casas, las guías, las risas, la compañía y, sobretodo, gracias por ser todos tan buena gente. Es lo típico que se dice, pero no lo voy a dejar de decir cuando es lo que pienso.

En lo referente a todas aquellas cosas que sí que se pueden explicar sobre el subcontinente indio: Me fascinó el Taj Mahal, blanco e imponente, a la hora de pruebas de amor, en lo referente al tamaño, es imposible competir contra semejante demostración de afecto, los pobres tendremos que seguir grabando cintas o cds, comprando algún detallito de vez en cuando y cosas de esas, e intentar suplir con imaginación el abismo de lo material.

El nominado “Triángulo de Oro” está formado por Delhi, Agra (Taj Mahal) y Jaipur. Aparte del mencionado Taj Mahal, Agra es una especie de pueblo super grande en el que también merece la pena visitar el Fuerte Rojo y el Baby Taj. Jaipur es más una ciudad, con su Palacio Real y sus diversos edificios emblemáticos, que refrendan su posición como capital de la provincia a la que pertenece; no olvidar la visita al Amber Fort, a 10 km de Jaipur, quitando la dura subidita (sólo suben los elefantes por la mañana, así que ya tengo una excusa para volver…) es un lugar precioso y tiene un bonito espectáculo de luz y sonido al caer el sol. Sobre Delhi podría escribir una entrada entera, pero luego la gente me critica; diré simplemente que es una ciudad con más años de historia que cualquier ciudad europea, que sus 14 millones de habitantes suponen una alarmante sobrepoblación y que mantiene a duras penas los equilibrios necesarios para que el resto del país siga unido (es otra de las cosas que me sorprendieron, ya que, en mi ignorancia, pensaba que todos los indios eran fotocopias, y aunque todos tienen un sentido bastante desarrollado de la patria, cada región pelea por mantener su cultura y economía de forma independiente al resto).

No me avergüenzo al admitir que se me derramaron lágrimas 3 veces en Mumbai, y no fueron más porque te ves obligado a ponerte una coraza para poder sobrevivir a lo que observas. Es muy difícil de asimilar en tan poco tiempo un skyline con rascacielos gigantescos, discotecas a 25 €, Bollywood, cochazos y relojes para quitar el hipo, restaurantes de lujo, hoteles de infinitas estrellas o la casa más cara del mundo, y combinarlo todo con  niños descalzos con harapos, hileras de cincuenta personas durmiendo juntas en las calles, seres humanos agonizando por las calles, decenas de personas nadando en la basura buscando comida, leprosos amputados y sin esperanza de vida …

Por su belleza y su caos, la Loca India es un destino obligado para cualquiera.

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