Llegué en autobús hasta el Ponte Sant’Angelo, desenfundé mi cámara de fotos y empecé a hacerles fotos a todas las estatuas (cada una de ellas tiene en sus manos algún símbolo de la Pasión de Jesús) y acercándome hacia el Castel Sant’Angelo, me recordé que el Papa Clemente VII fue retenido en su interior durante el “Sacco di Roma” de 1527, una de las muchas historias de este monumento de casi dos mil años.
Tras la obligatoria foto en la Piazza Pia , con la Via della Conziliazione y la majestuosa cúpula de San Pedro de fondo. Me fui caminando hasta la Piazza Navona , al pasar por delante de “Il Baffetto”, la pizzería estrella de Roma en pizzas típicas locales y baratas, me escribí una nota mental… “hacer un Tip-off de los mejores sitios para comer bien y barato”.
Para terminar el recorrido, me dirigí hacia el Panteón y, obviamente, tenía que hacer un alto en el camino para ver una de mis obras pictóricas favoritas (al nivel de “La balsa de Medusa” de Géricault, “El juicio final” de Miguel Ángel, o “El jardín de las delicias” de El Bosco), así pues, a medio camino entre dos de las maravillas de Roma, los franceses tienen “escondido” un tesoro, en San Luigi dei Francesi, en una pequeña capilla (la más cercana al altar a mano izquierda), con la obligación de rascarse un poco el bolsillo y pagar 50 céntimos para iluminarla, Caravaggio realizó dos preciosos cuadros y una obra maestra (por desgracia, quizás deba decir por fortuna, no todos los turistas la conocen) que sorprende al espectador por mucho que la visite, admito que nunca he estado menos de quince minutos observando, anonadado, la capacidad de Caravoggio para captar la luz y jugar con las sombras, “La vocación de San Mateo” tiene millones de detalles a destacar y analizar, pero eso se lo dejo a los guías y a las enciclopedias, yo sólo quería deciros donde esta y lo mucho que me gusta, para que penséis en mi cuando lo contempléis. Sin duda, visita obligada la próxima vez que vengáis a la ciudad eterna, prometo invitar a un gelato a aquél que me escriba diciéndome que le ha decepcionado.
Ya sentado en el autobús, revisando las fotos, sonreí una vez más, para un loco por el arte y su historia como yo, una tarde así es algo único, hay personas que no ven en toda su vida tantas maravillas como las que yo había visto en unas pocas horas. Cierto es, que hablaré de las fiestas y otros menesteres más adelante, que me lo estoy pasando en grande disfrutando de la noche romana es algo que se me presupone, pero en cualquier lugar hubiera salido de fiesta y conocido a tanta gente como la que estoy conociendo aquí. Y sólo Roma puede ofrecer experiencias como la que os he relatado hoy.
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